01 Nuestra historia
Vino, tierra y una forma de vivir
Este proyecto nace en 2009 de la mano de Pablo y Juanma, dos amigos con raíces en el Valle del Guadiaro y una misma pasión: la viña, el vino y la naturaleza. Desde entonces, trabajan 4,5 hectáreas de viñedo propio en plena Serranía de Ronda, donde cada parcela habla con voz propia gracias a sus suelos y microclimas únicos.
Viñas como El Tajo, a los pies del desfiladero más icónico de Ronda, o El Juncal, en la falda de la Sierra de las Nieves, son el alma de vinos que embotellan paisaje, origen y carácter. Cultivan según principios de biodinámica y permacultura, sin productos químicos, favoreciendo la biodiversidad y trabajando la tierra con un profundo respeto, como si de un bosque se tratara.
La elaboración es tan natural como el entorno: vendimia manual, fermentaciones espontáneas, pisado con los pies, y crianza determinada por la cata, no por el reloj. Todo sin prisas ni artificios.
Bajo la mirada de Pablo, hoy viticultor y alma del proyecto, cada botella es un gesto honesto, una forma de dejar que el vino encuentre su camino, con identidad y sin máscaras.
Así comenzó todo. Así seguimos.
02 La Finca
Paisaje, altitud y carácter
Nuestras viñas se reparten entre parajes únicos de la Serranía de Ronda, a más de 700 metros de altitud, donde el clima mediterráneo de montaña, la oscilación térmica y la diversidad de suelos marcan el carácter de cada vino. Aquí, cada parcela cuenta una historia diferente: suelos de arcilla, caliza o piedra suelta, laderas con orientaciones opuestas, brisas que llegan del valle o del bosque cercano. Esta riqueza natural nos permite trabajar variedades con personalidad y elaborar vinos que reflejan fielmente el lugar del que nacen.
Cultivamos 4,5 hectáreas en distintas parcelas como El Tajo, con vistas al desfiladero y al Puente Nuevo, y El Juncal, a los pies de la Sierra de las Nieves. Cada finca es un ecosistema vivo, trabajado con técnicas de permacultura y biodinámica, sin químicos, con cubiertas vegetales y biodiversidad real.
Más que una finca, es un paisaje en equilibrio donde el vino empieza a contarse desde la tierra.
03 Pablo, viticultor
Instinto, paciencia y tierra
Pablo es el corazón de este proyecto. Viticultor por vocación, lleva más de una década cultivando la viña con paciencia, intuición y un profundo respeto por la tierra. No viene del mundo del vino, pero lo ha hecho suyo desde la raíz, aprendiendo con las manos en la tierra, con los ojos puestos en el cielo y los pies firmes en cada parcela.
Su manera de trabajar es directa, honesta, sin fórmulas prefabricadas. Observa, escucha y actúa cuando la viña lo pide. Entiende que el vino nace en el campo, y que su papel no es intervenir, sino acompañar. Por eso no fuerza procesos, no maquilla vinos, no sigue modas.
Para Pablo, cada añada es una oportunidad de expresar lo que la naturaleza ha querido contar ese año. Y cada botella, una forma de compartir ese relato, sin filtros y con verdad.